miércoles, 3 de noviembre de 2010

USO Y ABUSO DE LA LENGUA

USO Y ABUSO DE LA LENGUA

LILIAN ALARCON DURAN

El problema, que la gran mayoría tenemos en estos tiempos de injusticias y atropellos es enmudecernos o contener la lengua, por más esfuerzo que hagamos, ella se mueve y se desboca (dice mi amiga Nilda) y siempre se sale con la suya, metiéndonos a veces en dificultades y grandes líos. Reprochamos, criticamos y damos nuestro apasionado criterio de los últimos acontecimientos, a familiares y amigos cercanos de los involucrados. Lo dicho, dicho está y no hay manera de cambiarlo, aunque surjan después los arrepentimientos y nos prometamos en lo posterior, frenar la lengua o tener mucha prudencia.

Por otro lado, hay personas que en reuniones, siempre “toman la palabra” una y otra vez, hablan bonito pero pura sandeces, no tiene sentido lo que dicen, pero no importa, lo interesante es participar dicen para justificar su “pico de loro”. Los políticos en nuestro país, en su mayoría, siempre que abren la boca y mueven la lengua, meten la pata, hablan majaderías y no es nada agradable escuchar como entre ellos, intercambian palabras agresivas, insultos de todo tipo: “ignorante, inepto, tarado, torpe” y otras “linduras” que son el pan de cada día, a lo que los sufridos ciudadanos/as tenemos que sin querer, dar oídos. Entre los inteligentes de este gobierno (léase Presidente y ministros/as), hay quienes al hablar, se atribuyen todo lo maravilloso y prodigioso, que dicen está pasándole al país, sin importar si mienten o se roban el trabajo, ideas o proyectos ajenos. A Dios gracias, están los/las que sí hablan oportunamente, educan, instruyen y aportan con palabras acertadas y atinadas, a la solución de conflictos.

En suma, si la lengua tuviera un tiempo limite en su uso y apareciera la temida disyunción, muchos harían un esfuerzo por utilizarla solo lo preciso y necesario evitando todo exceso, pero como hablar y hablar no cuesta nada, no queda más que hacerse el loco/a y seguir escuchando tanta lata y tanta matraca de los que sabemos: los “eruditos” de siempre.

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