FRANCISCO EN ECUADOR
LILIAN ALARCON DURAN
El jerarca
de la iglesia católica, el sucesor de Pedro, el Papa francisco, hombre sencillo y
espontaneo arribo a nuestro país, iniciando así una visita pastoral o
peregrinación por tres países latinoamericanos. Su natural sencillez y alegría,
rompiendo todos los protocolos, cubrió las expectativas que los
ecuatorianos se habían hecho con su presencia y mensaje, es que pocas son las personalidades en el mundo cuya palabra
es esperada y escuchada con tanta atención y cuidado como las pronunciada por Francisco. Desde que
Jorge Mario Bergoglio, (Papa Panchito) llegara al aeropuerto de Quito, se pudo observar el fervor y entusiasmo
ciudadano puesto de manifiesto en las expresiones de amor y fe que se le
prodigara a su paso en sus recorridos tanto en Quito como en Guayaquil. El presidente Correa lo recibió en nombre del pueblo
ecuatoriano con un fuerte abrazo, y un discurso que para muchos tuvo tinte
político, en el que destacó los logros de su Gobierno no obstante también agradeció por la encíclica papal sobre la
ecología. El Papa, procuró una
respuesta formal y directa: “Le agradezco su consonancia con mi
pensamiento. Me ha citado demasiado”. Su correspondencia no duro más de 5
minutos. Palabras verticales y precisas, propias de un ser humano de paz.
El
mensaje del Papa al igual que Jesús -que
priorizó a la familia-, fue dado
utilizando ejemplos o parábolas, y deja grandes
enseñanzas: “En el seno de la
familia nadie es descartado. En ella se aprende a dominar la agresividad
y la voracidad”, “En ella, y de esto todos somos testigos, los milagros se
hacen con lo que hay, con lo que somos, con lo que uno tiene a mano”, “debemos esforzarnos en construir puentes antes que
erigir muros” para señalar que lo fundamental en la existencia de la sociedad
es la unidad, la ayuda mutua, la solidaridad en la familia. “Esta debe
ser ayudada y potenciada, para no perder nunca el justo sentido de los
servicios que la sociedad presta a los ciudadanos”. Es
que las familias conforman las ciudades y países, y como dijo el Papa
Francisco refiriéndose a su propia familia de cinco hermanos, a la pregunta a
sus padres: a cual hijo querían más, respondieron que todos eran como los cinco
dedos de la mano, si se pinchaba uno dolía en los demás, los cinco dedos de la
mano son diferentes en tamaño, funciones y habilidades, entonces a todos los
amaban por igual. “El mejor vino está por venir, aunque todas las
estadísticas y variables digan lo contrario” acotó.
En conclusión, con la visita de este noble,
sencillo, generoso y sensible pastor, entregado totalmente a servir al prójimo, es
probable que nada cambie desde el punto de vista político en el país, pero su
mensaje profundo y esperanzador contra
la pobreza, el subdesarrollo y la exclusión quedaran en la mente y corazón de
los ecuatorianos, y eso ya es suficiente.
Portoviejo -
Manabí- Ecuador
10 de
julio de 2015