DROGAS Y CORRUPCIÓN
LILIAN ALARCON DURAN
La captura de droga es noticia del día a día en el país, que dejo de ser de tránsito y está siendo invadido
por todo tipo de sustancias alucinantes. La viveza de los expendedores los ha llevado a
ingeniar mesclas que resultan dañinas en
extremo, constituyéndose en pasadizo directo a la muerte. Seguramente lo que circula
es muchísimo mayor que lo capturado, lo que incide en un aumento desmesurado y
alarmante del consumo interno.
Después del desastre natural sufrido, nos damos cuenta del
incremento de la corrupción sobre todo las coimas
en contrato por obras de construcción y reconstrucción de casas. Se la
observa además en el tráfico de
influencias, piponazgo, complicidad, picnic
de instrucción que se dan a plena vista en lugares públicos y homenajes a ex
gobernantes de un país amigo, investigada por actos de corrupción.
La corrupción es como
las drogas: “piensan en poderlas usar y dejarlas cuando quieran”. “Pero se
comienza con poco, una pequeña suma aquí, un soborno allá…y entre esta y
aquella lentamente se pierde la libertad, produciendo dependencia, explotación
y ansiedad de más y más”.
Varias
personas son atraídas por
al poder del dinero, buscan tener entre sus allegados a los que ilícitamente se hicieron y se hacen de
bienes con riqueza mal habida, llamados ahora “nuevos ricos”, los mismos que son frecuentados e invitados a reuniones donde comparten amigablemente y hasta les aplauden
sus ilegalidades.
La vida y el
tiempo son atinados, por lo que no absolverán
a los deshonestos identificados plenamente. Las próximas elecciones ya los asustan porque saben que han cometido toda
clase de excesos, así como ilegalidades, y
agravios terribles contra ciudadanas y ciudadanos dignos cuyo único
delito ha sido enfrentárseles sin
miedo, solo con el imperio de su decencia y decoro como gente de bien.
De hecho, hay dos tipos de corrupción: uno cuando no hay
observancia de las leyes por la sociedad, y otro cuando el pueblo es obligado
por sus gobernantes a cumplir sus
disposiciones y no la ley. Es difícil luchar contra la corrupción, pero no
se debe cejar en el empeño y ser perseverantes.
Definitivamente,
tarde o temprano se hará justicia, pero no la justicia donde han metido la mano y la tienen secuestrada,
sino ante jueces probos, íntegros y
rectos que no tengan temor de perder el puesto.
PORTOVIEJO-
MANABI- ECUADOR
10-03.2016