miércoles, 3 de noviembre de 2010

DEDICADO A MI HIJA MARIA VICTORIA.

EN LOS 18 DE PILLI

Lilian Alarcón Durán

Te amé solo con sentirte. Por el simple hecho de llevarte en mi vientre y saber que existías me enternecía de amor hasta las lágrimas. Cuando llegaste al fin y ahora que estás con nosotros tus padres y hermanos, debo decirte que eres muy especial para todos nosotros. Para mí, tu felicidad es mi alegría y tu sufrimiento por muy pequeño que sea, mi dolor. Cuando duermes te admiro y me siento la mujer más feliz del mundo. La razón de mi existir eres tu hija mía, te miro todos los días y le agradezco a Dios, porque te has convertido en un gran ser humano, con humildad, con valores, dignidad y con tanto amor para ofrecer a los demás. Ahora que te veo pasar a tu mayoría de edad, quiero conversarte de cómo cambiará tu vida con los años. Quiero que estés preparada para las nuevas emociones que vienen con la edad, para el dolor y la alegría que ocasiona un gran amor, para las satisfacciones que genera una amistad verdadera y la tristeza tan profunda que deja la traición. Deberás enfrentar los problemas con juicio, con firmeza y sin temor. Quiero que comprendas que a pesar de la corrupción social, económica y política que vivimos, todo lo que se emprenda será posible si se es honesta. Se de tu gran inteligencia y buen juicio para forjar tu personalidad, para construir tu futuro, para fortalecer tu carácter. Descubrirás que para ser una mujer sana física y espiritualmente, deberás ejercitar tu cuerpo, nutrir tu intelecto, estar cerca de Dios con gran fe, ayudar a tu prójimo, obedecer las leyes, luchar por tus ideas y respetar las ajenas. También reconocerás las oportunidades y sabrás aprovecharlas, sin perjudicar a nadie. Quiero, por sobre todo, que aprendas a decidir por ti mismo y a aceptar la responsabilidad de tus acciones, para que nunca te lamentes de haber permitido que otros labraran tu destino, para que en ningún tiempo mires hacia atrás con tristeza por lo que pudo haber sido, sino que siempre te sientas plenamente satisfecha por lo que fue. Alabaré tus triunfos profesionales y sufriré contigo tus infortunios. Seré cómplice de tus logros y frustraciones. Asimilarás que no estás sola en este mundo; que eres parte importantísima de una familia y de un círculo social que se amplía a medida que te relaciones con el medio. Sabes que soy incondicional contigo mi niña. Sé muy bien que el camino del adolescente adulto es difícil de transitar. Lo sé porque lo recorrí y logré llegar airosa a la otra orilla. Por ello te digo que le tengas respeto pero no le temas, porque llevas contigo un aval de incalculable mérito: los valores en ti enraizados y sobre todo, cuentas con el apoyo incondicional de tu mamá, de tu papá, de tus hermanos y de todos los que te aprecian y te quieren de verdad.

Lucha con todo y alcanza tus metas, no te desesperes si tardas en llegar, todo

se obtiene en la vida si te esfuerzas por ello. Tu padre Dìlmer es un gran ejemplo de lucha y perseverancia, sobre todo de logros y grandes triunfos. Emprende tu vuelo hija mía, no temas caer, sé que sabrás levantarte con dignidad. Recuerda que ahí estaré siempre velando por ti para protegerte con la fuerza de mi gran amor por ti.

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