BLANCA
NAVIDAD
LILIAN
ALARCON DURAN
Es viernes, y la tarde se muestra envuelta todavía
por el sol resplandeciente, es un día
especial, se siente algo de calor en el
entorno que para mi piel es de una calidez afectiva y agradable. Siento que el
tiempo corre de prisa y debo estar ya camino al colegio. Celebraremos la Noche
blanca que ya es una tradición para quienes laboramos en el Portoviejo. Respiro profundo y recuerdo lo lindo que se
desplegó la del año anterior, y me digo que esta noche será mejor, más
espiritual, más fraterna, estupenda en todo sentido. El programa preparado para el efecto
permitirá que aflore en los presentes
fe, alegría, agradecimiento, fraternidad, e infinidad de sentimientos necesarios para
vivir con una actitud positiva. Pienso
que es el momento para amar, perdonar, reflexionar y dar el doble de cariño que
a veces no sabemos encontrar dentro de nosotros mismos. Además, gusta saber que en esta época el
simple hecho de pensar diferente nos da la oportunidad de cambiar las cosas y
dar importancia a lo que verdaderamente la tiene. El proyecto realizado para el efecto, dejo instituido que esta festividad se
celebrará la primera semana de diciembre, época de adviento, que antecede a la Navidad en la que se celebra el
nacimiento y la llegada de Jesús a la Tierra. Ya en el salón de actos del
colegio, saludo con invitados, con los y
las compañeras que van llegando vestidos de blanco. Tomo mi guitarra para acompañarme en las bellas
melodías navideñas que se interpretarán y no dejo de pensar en las personas solitarias que no tienen con
quien compartir una comida, un refresco, una conversación, en una época en que se agudiza el sentido de la relación con los
demás, se estrechan los lazos familiares en este tiempo en que queremos
encontrar a Dios en cada persona y hacerlo presente en cada hogar. Salgo de mis
reflexiones con el inicio del programa: Mensaje navideño del Ing. Centeno muy
profundo y espiritual, frases
decidoras de amor y solidaridad, cantos amorosos y ese
espacio increíblemente entrañable del abrazo solidario y reconciliador entre
todos/as los asistentes. Concluye este
momento exquisitamente afectuoso con el
brindis de un rico chocolate acompañado de una pequeña hogaza de pan.
Recapitulando, estos tiempos no se deben desvirtuar, no se
trata sólo de consumir, sino de sentir ese espíritu de amor que hace pausas en las diferencias
y consigue que creyentes y no creyentes, olviden sus antipatías y resentimientos
para dar paso a la paz y al amor. Ojalá siempre
tengamos ese espíritu "navideño" que nos hace mejores
personas, y contribuyamos todos, a que el mundo sea más suave, atractivo y cómodo.
Con el cariño de siempre ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!
Portoviejo,
Manabí, Ecuador
Diciembre
2013
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